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Viaje interior

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Hace poco he participado en un retiro espiritual en las montañas de Alicante, concretamente en la sierra de Mariola en la que sus  parajes naturales son muy bonitos y inspiran paz y silencio  el cual me ha encantado porque ha sido muy revelador.

Durante el retiro, además de meditar hemos participado en actividades creativas y transformadoras que nos han llevado a transitar a través de un viaje hacia nuestro interior y de  manera lúdica, ligera y tranquila me he ido sumergiendo hacia a dentro hasta llegar al núcleo central de este recorrido que ha sido mi corazón. Ha sido un peregrinaje tranquilo, sutil y a la vez emocionante a medida que podía sentir el latido de mi corazón dando y recibiendo amor, un amor genuino, sincero y mágico.

Todas las actividades que hemos realizado han sido transformadoras, una de las que me ha impactado, tanto por su sencillez como por su profundidad, ha sido aquella en la que el grupo de doce personas, en pareja nos mirábamos a los ojos hasta que conseguíamos ver el interior de la persona que teníamos enfrente, esta parte más pura y genuina que tenemos los seres humanos y cuando lo conseguíamos le decíamos a la persona: te veo. Era en este instante que podía sentir la gran bondad y pureza de la persona a la que miraba y entonces se producía una comunicación amorosa entre ambas. Esta práctica fue muy emocionante y a partir de este momento el termómetro vibracional de los asistentes subió y se creó una energía amorosa que nos llegó a todos. Lo pasamos muy bien y creamos un ambiente de complicidad en el grupo muy hermoso, regenerador y transformador.

Algunas de las actividades las realizamos en un domo que tenía la forma de cúpula redonda desde donde podíamos ver y disfrutar de la naturaleza  y teníamos la sensación de que estábamos situados en medio del bosque, incluso se podía sentir la energía benévola de los árboles que observaban lo que estábamos haciendo moviéndose al compás del viento.

Todas las actividades que realizamos fueron sencillas y a la vez profundas, de las que destaco otras dos: una en la que de manera práctica pudimos comprobar que todos somos uno y que cuando actuamos, nuestro acto resuena en alguna parte del planeta o bien cerca de donde estamos o más lejos, por lo que se demuestra que todos estamos conectados. Otra actividad sanadora fue una sesión de cuencos tibetanos en la que podía sentir el sonido de los cuencos y como su energía iba pasando por cada parte de mi cuerpo y podía experimentar o bien un bienestar o bien un relajo de una tensión acumulada en cada parte de mi cuerpo.

 Cuando acabó el retiro, su conductor nos dijo que la constante de estos días de estar juntos ha sido el amor.

Este retiro para mi ha sido una experiencia transformadora y estoy muy agradecida por ello ya que me ayudará a profundizar en mi camino interior y también en la relación con mi entorno.

20 de mayo de 2025

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