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Hola, soy Carme Aràjol, y me defino como una persona:

Positiva: por naturaleza.
Seria: siempre cumplo con lo que me comprometo.
Generosa: siento expansión en mi interior y me gusta compartirla.
Alegre: una alegría y felicidad que no vienen de fuera, sino que provienen de dentro de mi.
Espiritual: conectada con mi centro, lo que me ha ayudado a sentir más amor, más paz, más alegría, más felicidad…
Respetuosa: ya casi no critico ni juzgo a nadie, lo que siento como un gran logro para mí.
Comunicativa: tengo una especial facilidad para la comunicación y para conseguir entusiasmar a la gente. El origen de ello está en la solidez de mi actitud personal y humana, gracias a mi trayectoria espiritual y profesional.
Transformadora: acompaño a las personas para que transformen positivamente situaciones de crisis por las que están pasando, sea el cuidado de un enfermo u otra situación.

 

¿Cómo?

  • Llevándolas de la mano.
  • Animándolas a sumergirse en un proceso que las beneficiará y ayudará a cambiar su actitud.
  • Ayudándolas a que reconozcan y sean conscientes de los procesos de aprendizaje por los que están pasando y a los que han tenido que entregarse, con el objetivo de que consigan ser más positivas, entusiastas, alegres y aprendan a vivir el momento presente en plenitud.

Todo ello contribuirá a que abran su corazón para ofrecer todo su amor y actitud generosa a quien lo necesite.

Este cambio, las conducirá a descubrir su propósito de vida y a experimentar la felicidad y la paz en las pequeñas cosas; y a constatar que lo que dan de manera generosa se les devuelve con creces.

He comprobado, desde mi experiencia, que este proceso lleva a sentir una profunda alegría y paz interiores que conecta con la esencia de la humanidad que es AYUDAR A LOS DEMÁS.

Os preguntaréis, ¿cómo empezó todo esto? ¿Cómo he llegado hasta aquí?

Soy trabajadora social y psicóloga y he desarrollado mi actividad en diferentes administraciones públicas de Barcelona, Madrid y Cleveland (Ohio) en USA.

He aplicado mis conocimientos de psicología en los trabajos que he realizado como trabajadora social para ayudar de manera más efectiva a las personas que acudían a mí.

Enumero a continuación mis actividades profesionales más relevantes:

  • Trabajadora Social en la Ciudad Escolar Provincial de la Diputación de Madrid.
  • Trabajadora Social en el Ayuntamiento de Barcelona.
  • Trabajadora Social en Cuyahoga County de Cleveland (Ohio) USA.
  • Profesora en la Escuela Universitaria de Trabajo Social del ICESB de Barcelona.
  • Coordinadora de Servicios personales de algunas zonas de los distritos de Nou Barris y Horta Guinardó del Ayuntamiento de Barcelona.

He aunado esta experiencia con mi pasión por la meditación que practico desde el año 1990 y que me ha ayudado a serenar mi mente, a abrir mi corazón y a relacionarme con la gente de una manera más abierta, natural y amorosa. Estas actitudes me han llevado a realizar mi trabajo con mayor eficacia y excelencia.

Pero, lo que realmente cambió mi vida fue una experiencia vital, y es que, el año 1997 tuve que ocuparme de mi madre, un ser maravilloso a la que le diagnosticaron la enfermedad de Alzheimer.

Diecisiete años de acompañamiento, crisis personales y de identidad me llevaron a encontrarme a mí misma a través del cuidado y el amor a mi madre. Fue un antes y un después en mi forma de ver la vida y de enfocarla con los demás.

Me jubilé el año 2010 y desde entonces decidí ocuparme de mi madre con mayor intensidad, así como a escribir mis experiencias y reflexiones profesionales y de su cuidado, con la intención de compartir mis vivencias.

Ocuparme de ella plenamente fue una gran experiencia de transformación personal y un gran regalo. Los últimos nueve años de la vida de mi madre fuimos muy felices las dos ya que nos reencontramos a nivel afectivo. Mi madre no sabía quién era, pero sí reconocía mi energía amorosa que la nutría y la llenaba de satisfacción y autoestima.

Fui consciente de experimentar el valor de la entrega a un ser querido que queda reflejado en el siguiente extracto de su etapa final, de mi libro Te quiero hasta el cielo:

“Cada vez mi madre me da menos motivos que me llenen de alegría, que me hagan gracia. A pesar de que las personas que no estaban acostumbradas a tratar este tipo de enfermos no valoraban las pequeñas reacciones de mi madre, yo sí las valoraba y me llenaban de felicidad y energía sus reacciones de niña, tan simpática, a pesar de que fueran muy incoherentes y, en cambio, ahora está todo el día con los ojos cerrados, ensimismada en su propio mundo, donde cada vez se encuentra mejor.

Ahora, cuando llego la sigo llenando de besos y caricias y me acerco a su oído y le digo cositas agradables y ella está impasible con los ojos cerrados, parece que no me escuche y no note mi contacto.

A pesar de esta falta de reacción, no entro en desánimo y continuo como si nada, tocándola y abrazándola porque mi corazón me dice que he de seguir haciéndolo. Y a ella en algún punto de su interior – su alma- esto le llega, le gusta y le hace bien, y no solamente esto, sino que siento que como más intenso es el abrazo y las muestras de amor, su espíritu lo reconoce con más intensidad.

Es cierto que algunos días cuando empiezo a decirle cosas, abrazarla y besarla, en algún momento su rostro refleja una ligera sonrisa, un poco difusa, pero para mí es la muestra que le han llegado mis expresiones de amor y me pongo muy contenta.

Siento que mi papel respecto a mi madre cada vez más consiste en “estar” con ella. Estar a su lado sin esperar nada.”

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