Esta enfermedad, que hoy en día está muy de moda, empieza poco a poco, y nos resulta difícil detectarla a los que vivimos cerca de la persona afectada.
Acostumbramos a disculpar sus pequeños lapsus, los cuales al principio no suelen ser muy diferentes de los que puede tener una persona que no padezca esta enfermedad: pequeños olvidos, pérdidas temporales de la memoria etc.
Al principio todo parece normal, y no le damos mucha importancia y los familiares y amigos podemos creer que la persona tiene altos y bajos momentáneos. La persona afectada tampoco ayuda porqué, como todavía tiene un cierto nivel de dominio de su situación, intenta disimular cuando comete un error importante.
Esto fue lo que me pasó con mi madre, en aquellos tiempos mi madre vivía sola y nos mentía muy a menudo, supongo que se trataba de su mecanismo de defensa ante una situación que no le gustaba y que ella intentaba ocultar.
Esta situación también me ha pasado con una amiga mía, Carme, una compañera de viaje importante; ha sido una gran psicóloga de adolescentes y somos amigas desde hace muchos años; lo que más nos unía era la naturaleza y las actividades culturales, como la música, las exposiciones, danza, etc.; poco a poco las amigas de Carme íbamos notando un comportamiento extraño: le daba miedo ir sola por algunas calles, se olvidaba de cosas, no quería hacer algunas de las actividades que siempre habíamos disfrutado juntas, ya no tenía la iniciativa de liderar situaciones diversas, como antes, ya no le interesaba comentar la situación social y política etc.
Para mí y sus amigas era muy decepcionante observar su cambio de comportamiento, pero nos resistíamos a pensar que podía sufrir un principio de Alzheimer.
Su hermana, con la que había comentado la situación alguna vez, quería llevarla al neurólogo, pero Carme que es muy testaruda, no quería ir; un día ella decidió ir sola al neurólogo para consultarle sobre su pérdida de memoria, pero cuando empezaron a hacerle pruebas que ella no consideró adecuadas se fue y no quiso volver. Después le comentó a su hermana que el neurólogo la había tratado como una enferma de Alzheimer.
Poco a poco, la situación se fue agravando y finalmente su hermana consiguió acompañarla al neurólogo que le diagnosticó la enfermedad de Alzheimer.
Fue un golpe muy fuerte para toda la familia y para todas sus amigas que la queríamos, y nos costó aceptarlo. Carme siempre ha tenido muy buenas amigas ya que ella siempre nos ha ayudado y ha estado a nuestro lado cuando hemos tenido alguna dificultad en nuestra vida.
Después de conocer el diagnóstico, el grupo de amigas hemos continuado saliendo con ella, queríamos que ella sintiera que su vida era normal, pero la verdad es que teníamos que estar muy pendientes de ella y sus pertenencias que se dejaba en cualquier lado y teníamos muy pocos temas para conversar, ya que ella nos repetía continuamente las mismas cosas.
Más adelante ya no pudo seguir viviendo sola y su hermana la ingresó en una residencia. Al principio estaba, más o menos satisfecha y las amigas nos turnábamos para visitarla y llevarla de paseo, y ella estaba muy contenta. Nos conocía y disfrutaba estas salidas, y ella, que es muy agradecida, nos daba las gracias.
Hasta que llegó la pandemia el mes de marzo de 2020, desde entonces estuvo más de un año sin salir y las amigas no hemos podido volver a visitarla, y los familiares la visitaban muy de vez en cuando, debido a las medidas restrictivas impuestas por la pandemia. Esta situación ha hecho que Carme se ha deteriorado mucho, ahora camina muy poco, ha perdido mucho la memoria, ya no recuerda a las amigas y ha perdido la alegría.
Espero que en esta nueva etapa de la pandemia la podamos visitar y pasarlo bien con ella, a pesar que ya no nos conozca, pero sí que podrá sentir nuestro amor por ella.
Carme
20 de julio de 2021