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Lola perdona a su madre y la cuida con mucho amor

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Cuando un familiar padece la enfermedad de Alzheimer, acostumbra a haber una persona de la familia, o más de una, que se ocupa directamente de ella, en este caso se trata de Lola que es la cuidadora principal.

Lola cuida a su madre con máximo gusto, goza de buenos momentos con ella y da lo mejor de sí misma de manera generosa sin que signifique un gran esfuerzo sino todo lo contrario, ya que la relación entre ellas fluye de manera positiva con amor, alegría y ligereza. Para llegar a este punto Lola tuvo que pasar por un proceso de trabajo personal que la transformó.

En cualquier situación que esté pasando un familiar cuidador por dura que sea, lo que le ayuda o le entorpece superarla es su actitud, que puede ser de dos tipos:

  • Positiva, que la ayudará a sentirse más fuerte, ligero, con más energía y con la convicción que conseguirá dar lo mejor de él mismo para afrontar las dificultades que vayan surgiendo, sin miedo y con el corazón abierto lo cual la permitirá fluir sin que le signifique un gran esfuerzo, sea lo que sea lo que vaya sucediendo.
  • Negativa, es cuando la persona cuidadora está encerrada en sí misma y siente que todo lo que le pasa al enfermo es una desgracia, considera que cuidarle es una carga que le requiere un gran esfuerzo por lo que se siente desdichada y temerosa. Esta actitud la llevará a que cada vez le surjan más problemas y la relación amorosa con la persona enferma será inestable, difícil o nula.

No siempre los familiares de este tipo de enfermos están en condiciones de tener una actitud positiva y es comprensible ya que, de entrada, no es una tarea fácil. Pero la actitud que se adopte va a ser fundamental para que ambos, cuidador y enfermo, disfruten la situación y les gratifique.

En mi libro Catorce comentarios sobre la enfermedad de Alzheimer, una guía de cuidador a cuidador, en uno de los capítulos titulado “El estado del cuidador es clave” hablo de algunos aspectos a trabajar en ocasiones por parte de la persona cuidadora y uno de ellos es que a veces al familiar que cuida al enfermo le cuesta tener una actitud generosa y amorosa con la persona enferma debido a vivencias pasadas que le impiden entregarse a esta tarea con la apertura de corazón que se requiere para que su dedicación sea realmente benéfica y reparadora para la persona enferma y, a la vez, gratificante y enriquecedora para el que la cuida para que pueda abrir su corazón y atenderle con entrega y afecto.

A Lola, al principio, le costó ocuparse de su madre con amor y dedicación, pero tuvo el valor de afrontar las situaciones complicadas que vivió con su madre y, como la quería mucho, a partir de realizar un trabajo personal fue capaz de perdonarse a sí misma y perdonar a su madre y fue entonces que pudo atender a su madre con mucho gusto y afecto como opción personal y no como una obligación.

Por ello, es importante hacerse consciente de qué situaciones han provocado un bloqueo en el cuidador que no le permite perdonar e intentar resolverlas y, una vez superadas. acercarse de manera abierta y totalmente amorosa a la persona enferma.

Si la cuidadora es capaz de perdonar de verdad, primero a sí misma y después a la persona enferma, tendrá el terreno abonado para ocuparse de su familiar y disfrutar del proceso, porque será capaz de abrir su corazón generosamente y ofrecerle lo mejor de sí misma, y ¡oh milagro! la persona cuidadora se sentirá más contenta disfrutando de la relación y la persona enferma también, ya que empezará a reaccionar a partir del amor que recibe y se mostrará mucho más amorosa y positiva, lo cual va a ser muy gratificante para la cuidadora. En este momento comienza una relación de amor genuino que es curativa, regeneradora y muy benéfica para ambas.

Esto es lo que le pasó a Lola, poco a poco se fue uniendo más a su madre de corazón a corazón y las dos, madre e hija, eran más felices y llenas de amor y paz.

La famosa escritora Louise Hay, autora de muchos libros de autoayuda (publicado en línea 200122) dice:

“El perdón de nosotros mismos y de los demás nos libera del pasado”.

“Para perdonar, es bueno que la persona cure sus heridas emocionales, para ello debe mirarlas cara a cara y resolverlas sin buscar culpables. Una vez las haya reconocido es clave que la persona se perdone ella y después que perdone a la otra persona.

Cuando aceptamos la situación crítica por la que estamos pasando y perdonamos se produce una transformación muy positiva que nos ayuda a crecer como personas; ya que cuando nos cuesta perdonar se debe a nuestro ego

Os animo a que os deleitéis con vuestro familiar enfermo, como lo hace Lola. Yo también disfruté mucho poder cuidar de mi madre, tal como explico en mi libro Te quiero hasta el cielo. Para mí, cuidar de mi madre fue un regalo y una oportunidad de sanar nuestra relación y superar los pequeños escollos relacionales que habíamos vivido, y así logramos convertir nuestra relación en un goce; fue entonces cuando fuimos capaces de compartir nuestro amor mutuo sin condiciones, a partir del juego, la risa, la alegría, la paciencia, el cuidado y la dulzura.

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