Hay una ley en el Universo que es la del dar y recibir, lo cual quiere decir que una persona tiene que estar equilibrada en el hecho del dar y el recibir. No es bueno que un ser humano siempre esté dando y no reciba nada y tampoco es bueno que siempre reciba y no dé nada.
Esto no quiere decir que cada vez que alguien da algo espere que se le devuelva porque posiblemente lo da sin esperar nada a cambio y esto es muy loable y demuestra que se trata de una persona generosa. Tampoco es bueno que alguien siempre espere recibir y no dé nada en retorno. En ambos casos tanto la persona que siempre da, como la que siempre recibe están en desequilibrio en este aspecto; a la primera le falta aprender a recibir y a la segunda aprender a dar y a ser agradecida. Cuando hablo del dar y recibir no me refiero solo a aspectos materiales, también se puede tratar de actitudes como sonreír a una persona, una expresión amorosa, ayudar a alguien que lo necesita, etc.
Mi experiencia durante mi vida ha sido que he ido evolucionando en este aspecto. Cuando era joven era una persona cerrada, me sentía llena de carencias, me parecía que tenía que ahorrar mucho para que no me faltara el dinero, a pesar de que desde que empecé a trabajar tenía un sueldo digno que poco a poco fue aumentando y a pesar de todo me sentía que me faltaba el dinero por lo que creía que no podía gastar mucho, ni hacer donaciones a organizaciones humanitarias etc.
También me costaba mucho recibir ayuda y regalos de otros con alegría y cuando me daban o me ayudaban me sentía incómoda y tenía que devolverlo rápidamente pero no lo hacía desde el corazón, sino que para mí era una obligación devolverlo ya que si no lo hacía me sentía incómoda. No era capaz de dar libremente por amor y/o agradecimiento y también recibir con alegría. Ahora mirando hacia atrás me doy cuenta de que era muy cerrada para dar y recibir y estaba llena de carencias.
Gracias a mi camino espiritual, poco a poco, me fui abriendo y sintiéndome bien conmigo misma y agradecida por muchas cosas que estaban ocurriendo en mi vida, fue entonces que empecé a dar de manera generosa a organizaciones que lo necesitan y esto me hizo sentir muy bien, era como si mi corazón se abriera a dar de manera espontánea.
Desde entonces, paulatinamente me he ido sintiendo más generosa y esto me ha ayudado a abrir el corazón y ahora siento que no soy una persona que me faltan recursos, sino que soy abundante y próspera a pesar de que mi situación económica no ha cambiado ya que hasta hace unos años dependía de un sueldo digno y ahora recibo la paga de la jubilación que también es digna y tengo que deciros que no me privo nunca de nada de lo que me gusta hacer o necesito y he donado generosamente cuando lo he creído necesario y nunca me ha faltado de nada. También estoy aprendiendo a recibir de manera natural y llena de un agradecimiento sincero.
Lo mismo me ha pasado con el trato a la gente cercana como fue con las personas del equipo que dirigía cuando trabajaba, ya que cuando me abrí a escuchar sus propuestas y ideas todo cambió y disfrutamos de buenos éxitos profesionales; yo les di calidez, apoyo y comprensión y me abrí a incorporar al proyecto sus ideas una vez que todo el equipo lo había consensuado y el equipo me lo devolvió dando lo mejor de sí mismas con entusiasmo, por lo cual los proyectos resultaron muy exitosos y ayudamos a mucha gente y de esta manera el equipo se sintió protagonista y estimulado.
Más adelante cuando cuidé de mi madre, enferma de Alzheimer, durante diecisiete años, fue un reto importantísimo del cual me siento satisfecha de como lo fui resolviendo porque tuve en cuenta las necesidades materiales y afectivas de mi madre y le proporcioné lo que ella necesitaba. De esta manera conseguí que el hecho de ocuparme de ella resultó placentero a pesar de que pasé por momentos muy retadores, especialmente al principio. Ahora mirando hacia atrás siento que la experiencia fue muy positiva para mi madre y para mí, la cual, a su manera, me devolvía lo que yo le daba con mucho amor. Esta situación hizo que los últimos catorce años de su vida ella y yo fuimos muy felices por lo que las dos nos sentimos beneficiadas ya que dábamos y recibíamos continuamente formando un cálido círculo lleno de armonía.
Como conclusión quiero decir que es muy importante respetar la ley del Universo del dar y del recibir ya que cuando lo hacemos, de manera casi mágica, salimos beneficiadas. Ahora soy una persona abundante en lo material, espiritual y personal y estoy agradecida a la vida porque me siento protegida y cuidada por el Universo.
Diciembre 2024.