Hace poco, una amiga me explicó la historia de una familia amiga suya formada por el matrimonio y dos hijos. El marido es abogado y muy aficionado a la música; siempre se ha dedicado plenamente a su trabajo y a su gran pasión: la música.
Su mujer, Carolina, no ha trabajado nunca, siempre se ha ocupado de su casa y de la familia. El marido es una persona cerrada en sí misma y que no ha favorecido mucho la buena armonía familiar y tampoco la relación con su mujer, por ello Carolina se ha sentido frustrada.
Su marido ahora está jubilado y desde hace ocho años su mujer sufre la enfermedad de Alzheimer. Ante esta situación ha delegado el cuidado de su mujer a una cuidadora geriátrica profesional y la relación con su mujer ha sido casi nula; en cambio, sus hijos la han visitado a menudo y han mantenido un buen vínculo con ella.
Desde hace unos dos años, Carolina empezó a tener un comportamiento agresivo y con un bastón, que llevaba para caminar, rompía todo lo que podía dentro de la casa. Como no la podían controlar, su marido y sus hijos decidieron ingresarla en una residencia donde ella se adaptó; estaba muy contenta cuando la visitaban sus hijos, pero se volvía agresiva cuando la visitaba su marido, el cual no podía estar mucho rato con ella porque le resultaba insoportable soportar las agresiones de su mujer.
Un día Carolina dejó de comer, solo se alimentaba de líquidos proteicos que, de momento, la mantenían energéticamente y el médico de la residencia comunicó a la familia que le quedaba poco tiempo de vida.
Mientras, Carolina se fijó en un compañero de la residencia que se acercaba a ella y le mostraba mucho afecto. Ella fue consciente de la actitud afectiva de su compañero hacia ella y empezó a sonreírle cada vez más y poco a poco se convirtieron en una pareja inseparable. Paseaban todo el día por la residencia sonriendo y cogidos de la mano. Carolina se la veía cada vez con más energía, más ligera y con una sonrisa de oreja a oreja.
Esta historia me ha resultado entrañable y digna de ser analizada. Lo he hecho y he llegado a las siguientes hipotéticas conclusiones:
- Carolina ha tenido una relación afectiva con su marido poco satisfactoria.
- Lo ha podido compensar ocupándose de sus hijos, a los que les ha dado todo su afecto que ellos le han devuelto con creces.
- A pesar de todo, el sentimiento de frustración de esta mujer le ha ido saliendo de forma agresiva, ya que los enfermos de Alzheimer no tienen filtros y expresan lo que sienten de manera directa.
- Observando su lenguaje corporal, parece que para Carolina ha sido una liberación entrar en la residencia porque así se ha separado de su marido.
- Cuando ingresó a la residencia no tenía muchas ganas de vivir i dejó de comer.
- Cuando ha empezado a relacionarse con su nuevo compañero ha recuperado la sonrisa y las ganas de vivir porque ha encontrado una persona que la quiere y este amor es mutuo.
Reflexiones sobre este caso
Como dicen los expertos, los enfermos de Alzheimer no pierden nunca la memoria del amor, y esto es lo que le ha pasado a Carolina con la nueva relación que tiene ahora con su nuevo amigo de la residencia, con el que ha experimentado una relación amorosa mutua; y a la vez, no es muy consciente del resto de cosas que pasan a su alrededor. Se trata de un vínculo entrañable y tierno con su nuevo compañero. Este sentimiento la ha revivificado y ha vuelto a ser feliz y a sentirse mujer.
Que hermoso que en los últimos tiempos de su vida pueda tener esta relación tan amorosa que le llena el corazón. De esta manera, cuando tenga que partir, más pronto o más tarde, su alma estará mucho más preparada para dejar este mundo, llena de una energía de amor que beneficiará que su traspaso sea ligero, en paz y gratificante.
Una vez más, se demuestra que el amor es el sentimiento más poderoso que puede cambiar al estado anímico de un ser vivo.
Te quiero Carolina, estoy muy contenta que finalmente hayas podido vivir este amor tan puro y luminoso que llena todas las células de tu cuerpo.
20 de septiembre de 2022
Foto de Esther Ann en Unsplash
Carme, que história y análisis tan conmovedor, este caso de la vida real me recuerda a la película «lejos de ella» de Sarah Polley, te invitó a tí (Carme) y a todos tús lectores verla 🙂
Pingback: Isoptin
Pingback: expository essay help