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Reflexiones sobre la generosidad

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Estamos a punto de iniciar las fiestas navideñas y es un buen momento para reflexionar sobre la generosidad.

En nuestra sociedad antes de la pandemia, que empezó el 2020, las fiestas de Navidad estaban llenas de alegría y energía positiva, y se adornaban los hogares con el belén, el árbol de Navidad etc., cada uno según su cultura tradicional y las influencias mediáticas, también se repartían regalos y en estos días la mayoría nos sentíamos más solidarios; desde hace dos años todo esto no ha sido posible practicarlo en todo su esplendor a causa de las restricciones sanitarias.

Esperamos volver a recuperar esta tradición tan entrañable, aunque las actitudes generosas y solidarias que se practican estos días, a menudo,  son un poco superficiales ya que se hacen regalos movidos por la influencia de un mundo consumista en el que  se nos potencia la necesidad de comprar, y actitudes caritativas que generalmente nos llevan a sentir más solidaridad estos días del año y que frecuentemente se realizan más bien para acallar nuestra conciencia que por amor y compasión por la persona o entidad que ayudamos. En estas fechas estos dos hechos, hacer regalos y ser solidarios, son actos de generosidad, pero ¿lo son realmente?

Hay un famoso cuento de Charles Dickens que se titula “A christmas carol”, que explica la historia de un hombre egoísta, huraño, solitario, reprimido y nada generoso que solo está interesado en ganar dinero; la noche de Navidad está solo porque no quiere la compañía de nadie y se le aparecen tres fantasmas que representan su pasado, su presente y su futuro que le hacen reflexionar sobre su actitud ante la vida. La novela finaliza cuando el protagonista despierta en su habitación el día de Navidad convertido en un hombre generoso, amable y ávido de celebrar las fiestas navideñas con su familia. Este cuento es una metáfora aplicable a los momentos actuales.

Yo siento que la auténtica generosidad surge de nuestro corazón y no se trata de una actitud aislada en un momento determinado, sino que engloba todo lo que hacemos en cada momento. La generosidad va ligada a la expansión que podemos sentir cada uno de nosotros dentro nuestro y que se traduce en una felicidad que no depende de los hechos que suceden fuera de nosotros, sino que salen de nuestro interior.

En estos momentos me considero una persona feliz, pero mi felicidad no depende de situaciones que provienen de mi mundo externo, sino que surge de mí interior. Hace treinta y un años, cuando todavía no meditaba me sentía a menudo una persona triste, egoísta, ansiosa, cerrada en mi misma, no me valoraba y no era generosa, ya que tenía un gran sentimiento de carencia que hacía que no pudiera disfrutar libre y alegremente del dinero. Tenía una vida social más o menos intensa pero no me satisfacía del todo. Estos últimos treinta y un años, en los cuales medito a diario, he evolucionado mucho hacia una apertura interior; la meditación me ha llevado a conectar con mi corazón cada vez de manera más profunda, de forma que ahora experimento el amor genuino y puro que todos tenemos dentro nuestro. Este hecho me ha llevado a que, poco a poco, he ido experimentando una transformación personal muy importante.

En estos momentos, soy una persona feliz, independientemente de la situación externa en la que pueda vivir y la relación con las personas de mi entorno es buena y fluida. Lo he podido comprobar en la época de la pandemia, ya que seguí sintiéndome feliz y optimista y a la vez solidaria con los que sufrieron la enfermedad y sus consecuencias en mí entorno, aunque no he tenido miedo en ningún momento; me siento tranquila, serena y con una buena salud ya que a nivel alimenticio y de salud me cuido, y mi médico naturista me dice que tengo un sistema inmune alto que me protege físicamente.

Me siento una persona próspera, no solo a nivel económico ya que vivo de una pensión con la que tengo suficiente para vivir y disfrutar de la vida sobriamente y a la vez me siento solidaria con las diversas causas sociales que considero que necesitan mi apoyo, la verdad es que nunca me falta el dinero, al contrario, lo que doy se me devuelve de una u otra manera. Tengo una vida social satisfactoria y he conseguido estar en un estado de tranquilidad y serenidad que reflejo en mi entorno. Suzanne Powell, terapeuta, escritora y gran comunicadora, que nos acaba de dejar, dice en un video de YouTube titulado Que más da: “cuándo damos sin esperar nada a cambio, se nos devuelve multiplicado, y este hecho nos lleva a sentir serenidad.”

Doy gracias a la vida y al Universo por proporcionarme todo lo que necesito y que comparto con las personas que me rodean.

Imagen: Annie Spratt en Unsplash

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