La primavera es la época en la que en la naturaleza todo despierta: la vegetación, los árboles y las flores; todos ellos han detenido su crecimiento durante el invierno y con la llegada de la temporada primaveral empiezan a despertar.
Los seres humanos en esta época también se llenan de una energía más vivaz. Las personas enfermas de Alzheimer y otras demencias, sienten esta explosión de energía de la naturaleza durante la primavera que les da más vida y que hace que disfruten mucho más de todo lo que sucede en su entorno y también se lo pasan muy bien contemplando las plantas, las flores o el mar. Lo pude comprobar cuando mi madre estaba ya en un estado avanzado de la enfermedad; durante el invierno dormía mucho y apenas hablaba, y cuando las cuidadoras de la residencia me contaban que estaba en estado somnoliento todo el día, yo les decía: “duerme mucho porque está hibernando, en primavera se despertará” y así ocurría, cuando llegaba la primavera ya no dormía tanto y hablaba bastante, aunque en las etapas avanzadas de la enfermedad no se podía entender lo que decía.
El mar en primavera comienza a no ser tan bravo y las olas son más suaves, y aunque no hace suficiente calor para bañarse, resulta muy agradable y aporta tranquilidad sentarse en la arena y disfrutar de la imagen azul de sus aguas; incluso es muy placentero pasearse por la arena cerca del mar. A mi madre le gustaba mucho el mar, un día en Barcelona la llevé a la playa y durante el trayecto en coche estaba muy inquieta, no paraba y estaba de mal humor, cuando llegamos y vio el mar, dijo “gracias a Dios, esto es lo que necesitaba” e inmediatamente se relajó; desde entonces, cuando estábamos en Barcelona siempre que podía la llevaba a la playa, cargué dos sillas plegables en el coche, y cuando llegábamos a la playa caminábamos hasta la orilla del mar donde nos sentábamos cómodamente mientras las olas nos iban mojando los pies; mi madre lo disfrutaba muchísimo y se quedaba quieta sin hablar, contemplando el mar.
El árbol de la imagen, es un Lledoner, un árbol centenario que me encanta porque transmite mucha paz y está ubicado en mi pueblo, la Seu d’Urgell que está rodeado de una naturaleza exuberante de la que disfruto mucho. A mi madre siempre le había gustado estar en contacto con la naturaleza, cuando vivía en la Seu le gustaba ir a recoger níscalos u otras setas, a recolectar la planta del diente de león cuando todavía es muy tierna ya que con ella preparaba una ensalada muy típica de esta región, a buscar caracoles etc., ella se lo pasaba muy bien haciendo todas estas actividades, cuando empezó a tener los primeros síntomas de la enfermedad de Alzheimer ya no podía hacerlas, ni las recordaba, pero le encantaba que la lleváramos cerca de la naturaleza porque la relajaba mucho. Cuando yo o mis hermanos estábamos con ella durante las vacaciones, nos pasábamos una buena parte del día paseando con ella, especialmente cerca de los campos verdes y del rio, porque en aquella época estaba siempre muy nerviosa y no podía estar quieta en casa.
En la residencia donde estaba mi madre. ella podía estar en contacto con la naturaleza ya que tenían una terraza con arbustos y plantas en la planta baja, yo la llevaba a ver las flores y a ella le encantaba mirarlas y sonreía mucho, cuando ella ya no hablaba, le contaba cosas sobre las plantas y flores y ella estaba muy contenta. También subíamos a la terraza que había sobre la residencia desde donde se veía muy cerca las montañas del Carmel y de Collserola y a ella le gustaba contemplar el paisaje, se quedaba siempre un buen rato mirándolo; eran momentos muy bonitos en los que las dos disfrutábamos de esas vistas tan espléndidas.
Como conclusión quiero decir que para estos enfermos es muy importante disfrutar de la naturaleza porque les aporta vida y dinamismo y esto beneficia su salud física y emocional. La primavera es una de las mejores épocas del año para ello porque no hace mucho calor y la naturaleza luce con todo su esplendor.
20 de mayo 2023