Saltar al contenido

La alegría de vivir

  • por

La alegría de vivir es la mejor condición humana en la que podemos estar, me refiero a vivir de tal manera que la alegría nos salga de la profundidad de nuestro corazón. Cuando la conseguimos experimentar es cuando somos capaces de ver todo nuestro entorno con otros ojos, llenos de amor y benevolencia, que no quiere decir con complacencia y que todo nos da igual.

Algunas veces puedo experimentar esta emoción y es fantástico, es en estos momentos que puedo ver la belleza y la bondad de los que me rodean con más facilidad y entonces ya no me enfoco en sus defectos ya que los observo como si viera una película, pero no los juzgo porque no sé la razón por la que esta persona actúa de una determinada manera. De esta forma mi tendencia a juzgar al otro va desapareciendo. Que bendición para mí y para los otros cuando consigo posicionarme en este estado, porque los otros reciben solo mi energía positiva, sin una pizca de negatividad y, a la vez, ya no me cargo con emociones que no necesito y que me perjudican.

El mes de noviembre pasado viajé a Egipto y para mí ha sido un viaje muy enriquecedor, lleno de experiencias muy hermosas entre los compañeros de viaje y también con todas las actividades que hemos realizado: visita a los templos, pirámides, actividades lúdicas etc.,  además de visitar estos increíbles monumentos; he aprendido muchas cosas sobre los orígenes de la humanidad i de su espiritualidad; al conectar con todo este mundo sentía una gran alegría interior, esta alegría de vivir que expresaba con mis compañeros y compañeras, por lo que se respiraba en el ambiente una gran armonía entre todos nosotros.

Cuando estamos cerca de una persona enferma de Alzheimer o de alguna otra demencia nuestro estado interior lo percibe totalmente sin necesidad de hablar, ya que estas personas se vuelven más sensibles al percibir las emociones de los que los acompañan, es lo mismo que les pasa a los niños que saben exactamente como nos sentimos y lo que les queremos transmitir sin necesidad de hablar mucho. Es entonces cuando les estamos ayudando a sentirse mejor si nuestro estado interior está lleno de alegría y positividad.

A los enfermos de Alzheimer y otras demencias no se les puede engañar ya que, a pesar de decirles palabras muy bonitas acompañadas de una sonrisa, si nuestro estado interior no corresponde con nuestra actitud externa ellos lo van a sentir.

Por tanto, para ayudar a estos enfermos es necesario que seamos auténticos, bondadosos y generosos y es entonces cuando a la vez que ellos se sienten bien, nosotros también nos sentiremos muy bien porque nos iremos despojando del peso de la negatividad, el rencor, la queja, sentirnos desgraciados etc.

Ánimos ¡!!, todos podemos conseguir este estado, a lo mejor al principio solo lo conseguimos a ratitos, como me pasa a mí, pero poco a poco estos momentos se irán alargando. Se trata de auto observarnos y cuando nos damos cuenta que hemos vuelto a caer y tenemos una actitud no muy positiva, la miramos con mucha compasión y amor y nos decimos a nosotros mismos con convicción: “yo no soy esta actitud”, “yo soy amor, ternura y alegría”. Así dejamos ir la actitud poco luminosa, nos perdonamos por haberla sentido y la dejamos ir con mucha alegría. De esta manera veremos que poco a poco las actitudes más negativas irán desapareciendo y nuestros enfermos se sentirán cada vez más contentos y nosotros también.

Un fuerte abrazo a todos y a todas,

20 de abril de 2024

 

Please follow and like us:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Follow by Email
Facebook
LinkedIn
Instagram
es_ESEspañol
Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Más información
Privacidad